Cada vuelta de año nos llenamos de números -listas de lo mejor y lo peor, la cifra del año que anuncia lo improbable, la propia edad que se refleja contra el vidrio empañado, cartolas que restan olvidos y suman celebraciones, una solitaria sucesión al principio del calendario, 1, 1, 1, 2, esa cuenta regresiva- que sólo sirven para que nos demos cuenta que la cantidad de páginas de un libro no dice nada sobre todas las lecturas que sabemos que contendrá, inagotables. El número no es otra cosa que una palabra estandarizada, una frase que ha perdido sentido de tanto que la ingresamos a nuestras máquinas cotidianas, y sin embargo vuelve a tener relevancia cuando es una fecha, una flecha que se despliega y echa a andar una fiesta, una celebración efímera que se queda. Y no otra cosa es el lanzamiento de un libro, el de nuestro Chueca / Partir y renunciar, de Amelia Bande, que el 7 de enero a las 7 de la tarde en el Teatro Arcos de Santiago de Chile pondremos en acción con las canciones de esos montajes teatrales a cargo del grupo Amelia Bande & The Partiris, más las interpretaciones de lectura por parte de la novelista -y una de nuestras coeditoras- Mónica Ríos, la poeta Alejandra del Río y la cantante Sofía Oportot. Pondremos, sí, en acción la música de esas canciones que sólo son letra en la página de este volumen, los caracteres dramáticos que en Chueca pueblan las calles calurosas de una ciudad innombrable y esos otros que en Partir y renunciar se esconden en piezas, oficinas y habitaciones de hoteles para mentirse, abandonarse y declararse sólo mediante números lo que no pueden decir, y así se dividen, se multiplican y se potencian, pero sobre todo se suman inevitablemente a un coro final en que cada uno puede cantar su parte al unísono, aun entre el ruido del fin del mundo que tanto se anuncia en cada ciudad donde hay demasiada gente, aun si en el último párrafo vendrá una luz rosada a ocuparlo todo, incluso si eso nunca sucederá o si pasa a cada rato, todo el tiempo, incontable.