Parte del misterio que cruza esta novela de Felipe Becerra –editada en Lima durante 2008, traducida al francés en 2010 y acá publicada por primera vez en Chile– es la identidad de su narrador colectivo. El año 1980, tras un grotesco episodio de iniciación anatómica en los subterráneos de una facultad de medicina en Valparaíso, esa voz plural nos cuenta cómo Rocío acepta seguir a su esposo, el carabinero Molina, a un retén en Huara, un pueblo en medio de la pampa del Tamarugal. Sin embargo en el desierto Rocío tampoco encuentra la cordura, la intimidad ni un relato que la ponga en paz con su pasado: lo que acecha en el pueblo de Huara, en los libros de guardia fronterizos, en la farsesca celebración de Fiestas Patrias y en los experimentos militares de la dictadura que los rodean son jaurías de baguales que señalan una nube negra con forma de insecto en lontananza, hacia un niño indígena que aparece de noche en la carretera, para ofrecer una revelación insólita.

Como indican los epílogos de Mónica Ríos y Sergio Rojas, Bagual recupera la diversidad de esa historia que no está en los archivos de una sociedad fundada en la violencia, y propone imaginarla en oposición al realismo y la lectura consensual de la novela chilena reciente; es el ingreso a un universo desconocido, que puede ser tan tenebroso como liberador porque existe más allá de la diferencia entre el bien y el mal.