Este cuento fue escrito por Mónica Ramón Ríos en Santiago de Chile y en Hämeenkyrö, Finlandia.


«Vengan y suban con nosotros por la pequeña colina, transformemos nuestras voces muertas en un coro sobre un escenario que, de canto a grito, chilla ante el temblor de la tierra y provoca el derrame de lo marchito desde las barrigas. Caminamos juntos estatuillas, animales, humanos, cámaras y basura hacia la misma ciudad que nos vio nacer y morir para uso de sus habitantes adinerados, cuyas pieles rebosan vida.»